Alexa, Amazon y la Inteligencia artificial.
La mayoría de los programas de Inteligencia Artificial creados hasta la fecha tienen nombre y voz de mujer. Antropológicamente hablando tiene mucho sentido.
La inversión en Inteligencia Artificial (AI) se ha disparado en el último lustro, en especial en los sectores del gran consumo, donde comienza a tener la visibilidad presagiada por la ciencia ficción desde hace decenios.
Coches que conducen solos, casas parlantes, teléfonos que nos ayudan a mantenernos en forma, frigoríficos que hacen la compra…
Tras las elecciones presidenciales en EEUU, el Brexit inglés, las presidenciales filipinas y otros hechos políticos de 2016, parece que la inteligencia ha abandonado lo natural y se ha pasado a lo artificial. Lo nuevo tarda muy poco en llegar a los cien millones de usuarios.
Han pasado ya las navidades, el cumpleaños de Brian incluido; el frio se nota en Europa. En Las Vegas se celebró el CES y la presencia más notable fue la más intangible: Alexa.
Alexa es una compañía adquirida por Amazon en 1999. Manda rastreadores, crawlers, a lo largo y ancho de Internet, haciendo una copia de seguridad de la misma cada 60 minutos. Alexa, por tanto, es una espía, una curiosa coleccionista que copia, copia y guarda todo lo que se publica en Internet. Google también lo hace, Bing también lo hace. Todos los buscadores lo hacen, porque es más fácil buscar sobre una copia de seguridad en un servidor local que sobre la propia red.
Cuando preguntamos a Google, este busca en una copia de seguridad previamente realizada sobre la web. Alexa hace estas copias para Amazon desde 1999.
La novedad no es esa. La novedad es que Amazon ha colocado a Alexa en unos dispositivos, hasta ahora inocuos, llamados altavoces. Los altavoces eran bocas que ahora se han convertido en oídos.
La moda del altavoz bluetooth nace al ubicarse la música en nuestros Smartphone. La tendencia actual es que la música se contrate en servicios de alquiler que priman el acceso frente a la posesión. Spotify, Apple Music, Pandora, etc.
Con este sistema, no necesitas que el Smartphone haga de intermediario. Un altavoz que esté conectado a una red Wifi se basta y se sobra para acceder a tu música. ¿Qué hay de la interface con el que operar? Aquí se cuela Alexa. Los altavoces no tienen pantalla, ni mando a distancia. Reaccionan de forma natural al comando verbal.
Los altavoces ECHO de Amazon, dotados con Alexa han barrido en ventas el año pasado en EEUU. Han pasado ya al Reino Unido, pero, al igual que a los políticos españoles, se les resisten los idiomas.
En el CES Amazon anuncia que va a distribuir Alexa gratuitamente a todos los fabricantes de altavoces, productos de domótica y en general de todas las cosas de la Internet de las cosas.
Alexa puede instalarse en billones de aparatos conectados. Alexa siempre está escuchando. Un tribunal californiano ha pedido a Amazon la grabación de un altavoz ECHO, activado en el lugar de un crimen. Un programa de radio con el clásico anuncio de “Compre este chisme” ha disparado los altavoces dotados con Alexa que inmediatamente han procesado pedidos de ese chisme. Alexa pide pizza, llama a un Uber, compra un libro, una canción o una película.
Y escucha. Te escucha. Lo que haces, lo que ves, lo que no haces y lo que no ves. A la ya ciclópea base de datos de contenidos de Internet, Alexa está añadiendo una base de datos de lo que ocurre fuera de Internet, en tu casa, en tu oficina. Cuando estás, cuando no estás. Para una AI es más sencillo procesar un sonido que una imagen. Amazon también es dueña del IMDb la base de datos de películas, actores, directores, etc.. Alexa estará escuchando las películas y series que ves en tu casa. Datos de rating reales.
Este tipo de avances tecnológicos está en manos de empresas privadas y por tanto al alcance de los servicios de espionaje de cualquier país con un presupuesto semi digno.
El último ataque cibernético antes de las elecciones presidenciales americanas, del que todavía no se habla mucho, pero que dará mucho que hablar pronto, no fue contra grandes servidores corporativos o estatales. Fue contra los routers que controlan nuestros aparatos conectados domésticos.
Alexa te escucha. Cuando se consiga introducir una cámara en nuestras casas, propongo que se le llame Natasha.
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Libro recomendado: “La séptima función del lenguaje” de Laurent Binet.
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