Hoy es 11 del 11 del 11. Eso en el folklore bursátil merecería tener algún significado, como las velas blancas o negras, el retroceso de Fibonacci, la triple hora bruja, el rally de fin de año... Pero los mercados están ahora a otra cosa. Los cannoli de Berlusconi amenazan con atragantársele a la mismísima Angela Merkel. Mientras la eurozona se desmorona, crecen las voces en el mundo financiero para que el BCE se convierta en algo parecido a la Reserva Federal de EE UU y reclaman a Mario Draghi, el nuevo presidente del banco central, que ponga en marcha la máquina de imprimir billetes; que lo haga ya y a todo trapo.
"Europa necesita que se modifiquen puntos del Tratado de la Unión y se amplíe el mandato del BCE para que éste no se circunscriba únicamente al control de la inflación. El BCE debe poder crear dinero y comprar deuda pública de países que en una situación como la actual se encuentro con problemas", explica Miguel Ángel Rodríguez, analista asociado de XTB. "Mientras no se permita al BCE intervenir abiertamente en los mercados, no veremos la luz en el agujero en que nos encontramos", remacha Rodríguez, que se pregunta porqué tenemos que soportar una moneda fuerte cuando circulamos al borde del precipicio.
Como recuerda la firma de inversión Fidelity, el artículo 101 del tratado de la eurozona prohíbe al BCE ofrecer créditos a los Gobiernos y el 103 sostien que la eurozona no debería responsabilizarse de la deuda de los estados miembros. Mientras se siga con el formulismo burocrático, la bola de nieve irá engordando hasta ser imparable.
Mike Riddell, gestor de renta fija de M&G Investments, ha recopilado unos datos muy interesantes: el colapso de Argentina en las tumultuosas navidades de 2001 provocó una suspensión de pagos de 95.000 millones de dólares, el mayor default soberano de la historia, que estuvo a punto de llevarse por delante a Brasil y otras economías de América Latina. En septiembre 2008, la quiebra de Lehman Brothers marcó el origen simbólico de una crisis que llevaba ya un año larvándose; las obligaciones de Lehman ascendían a 613.000 millones de dólares. Los vencimientos que Grecia debe afrontar suman unos 350.000 millones de dólares. La entrada en juego de Italia supone subir de nivel. La deuda pública italiana asciende a 1,9 billones de euros, cuatro veces la deuda de Lehman Brothers, y 20 veces la de Argentina. Riddell recuerda que la caída en desgracia de Italia arrastraría a los bancos italianos. "Unicredit, que es el banco más grande de Italia por activos, tiene el doble de deuda de Lehman Brothers".
Italia sólo podría salvarse por la vía de ortodoxia, esa en la que todavía se empeñan muchos, registrando unas tasas de crecimiento del PIB supersónicas, dignas de la China más pujante y brillante. Algo especialmente difícil para un país cuyo PIB per capita va a la baja desde los años noventa. El gestor de M&G Investments barrunta dos soluciones rápidas para evitar el apocalipsis: "Una completa unión fiscal dentro de la eurozona [renunciando a toda autonomía en la política económica]", o bien "poner al BCE a imprimir dinero".
Mark Burgess, de Threadneedle, asegura que jamás en toda su carrera profesional ha vivido unos tiempos como los actuales. Burgess avisa de que durante los próximos dos años Italia necesitará encontrar inversores para financiar 400.000 millones de euros y "no está muy claro dónde estarán esos inversores. Los bancos se están desapalancando y reduciendo sus balances vendiendo bonos y los inversores internacionales están regresando a sus mercados domésticos". Burgess ve la puesta en marcha de una inyección masiva de liquidez como la solución más factible. "Sin ella, Italia (y, por supuesto, España y Grecia) corren el riesgo de quedarse sin dinero". El coste de no poner en marcha esa Quantitative Easing a la europea excedería en mucho los riesgos que conlleva. "¡Es el momento de poner en marcha esas máquinas de imprimir!", concluye Burgess. Por si acaso, ya ha salido algún miembro del BCE a asegurar que "no se puede esperar nada más" de lo que ya han hecho... Pues qué bien.
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